Por Lucila Sigal
BUENOS AIRES, 5 dic (Reuters) – ¿Con qué sueñan los latinoamericanos? Un fotógrafo argentino -que recorrió ocho países de la región por más de 20 años- les pidió a sus habitantes que escribieran sus sueños en una pizarra y se dejaran fotografiar. Las imágenes quedaron plasmadas en un libro y una exposición que ahora presenta en Buenos Aires.
Martín Weber viajó a 53 pueblos y ciudades de Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Nicaragua, Guatemala, Perú y México entre 1992 y 2013 y, años después, volvió a estos países a buscar a las personas fotografiadas para descubrir qué había pasado con sus sueños y hacer una película, cuyo estreno está previsto para el 2020.
Su proyecto “Mapa de sueños latinoamericanos” busca indagar cómo la historia individual está permeada por la situación política, social y económica de un país y cómo se relaciona con la historia colectiva.
“Quería ver qué había cambiado en ese tiempo, tanto en sus historias personales como en los países. Y hay de todo (…) La película es demoledora”, dijo Weber en una entrevista con Reuters.
“Creo que lo que aporta es algo que me parece fundamental, que es el contexto histórico, político y social y el contexto creado por la suma de todos estos sueños”, agregó.
Cuando comenzó la película, el artista descubrió que uno de los sueños que se había cumplido era el de un joven colombiano, cuya imagen con el torso desnudo lleno de cicatrices terminó ilustrando la tapa del libro. Su deseo era morirse. Weber descubrió que lo habían matado seis meses después de la foto.
“El hermano me dijo: ‘Al menos, que la historia de mi hermano le sirva a otros’, como una ilusión de redención o de sacar algo positivo de lo malo. Y eso es lo sorprendente en Latinoamérica que, a pesar de que uno se puede volver cínico y pesimista, hay un nivel de resiliencia muy fuerte”, contó Weber, quien sacó sus fotos en blanco y negro con una cámara de placa.
“Algo que permea todo es lo familiar, que es muy fuerte. Hay muchos sueños que están arraigados en este estar por el otro dentro de una familia, de un vínculo, de una comunidad”, agregó.
El fotógrafo se propuso darles voz a las personas menos representadas y a través de sus fotos invitar al espectador a ponerse en el lugar del otro y pensar por qué muchas veces sueños sencillos son tan difíciles de cumplir.
“Muchos deseos son extremadamente simples. Espero que el proyecto te invite a ponerte en el lugar del otro, pero al mismo tiempo tomes distancia y te preguntes en qué lugar comparto cierta responsabilidad para que esto no suceda”, dijo Weber, quien pedía a las personas que anotaran su deseo con tiza en una pizarra de madera.
“¿Por qué la pizarra? (…) Porque para mí la fotografía es una construcción de base y en este proyecto la quise hacer evidente”, agregó el fotógrafo de 51 años, quien exhibe 110 impactantes fotografías en blanco y negro en la sala PAyS del Parque de la Memoria de Buenos Aires hasta febrero.
El tiempo, el contexto, las contradicciones del continente y el poder transformador del tejido social son algunos de los ejes sobre los que se basa el trabajo de Weber, quien nació en Chile por el exilio de su familia durante la última dictadura militar argentina y más tarde vivió también en Estados Unidos.
UNA INVITACIÓN A ESCUCHAR
Una niña mexicana en la frontera de Tijuana dice que quiere ser policía, un hombre cubano escribe en la pizarra que desea que la necesidad no perturbe los sueños y el hijo de un hombre desaparecido en la última dictadura argentina quiere “tener la memoria de cómo mi viejo desaparecido vivía sus sueños”.
“Los fotografié a todos de la misma manera (…) ahí es donde te das cuenta que tan lejos en algunas situaciones no estamos”, dijo Weber.
Con una cámara de placa de madera, Weber se propuso construir la foto como una colaboración con la persona fotografiada, donde el epígrafe fuera escrito por los mismos protagonistas, cuestionando la fotografía documental donde el otro no tiene mucho poder sobre cómo es representado.
“La idea fue construirlo como una colaboración, de una manera más horizontal (…) La fotografía normalmente trabaja sobre la superficie, yo quería trabajar sobre lo invisible. Un sueño, un deseo es algo que, salvo que la persona te lo cuente, no está presente en la superficie de una persona. Y cuestionarse cómo a veces uno prejuzga sobre la apariencia”, concluyó.
(Reporte de Lucila Sigal, Editado por Juana Casas)
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